El 15% de los adolescentes españoles presenta síntomas de depresión "graves o moderadamente graves", según los datos de una encuesta elaborada por Unicef España con la Universidad de Santiago, con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra este lunes.
Datos como estos nos hacen recodar que las enfermedades mentales, especialmente los trastornos relacionados con el estado de ánimo, son un problema silencioso pero bastante común en la adolescencia. En los últimos años la sociedad se está concienciando aunque todavía hay espacio para la mejora.
El trastorno depresivo (o depresión) es un trastorno mental común. Implica un estado de ánimo deprimido o la pérdida del placer o el interés por actividades durante largos períodos de tiempo. La depresión es distinta de los cambios habituales del estado de ánimo y los sentimientos sobre el día a día. Puede afectar a todos los ámbitos de la vida, incluidas las relaciones familiares, de amistad y las comunitarias. Puede deberse a problemas en la escuela y laborales o causarlos. - Definición de la OMS.
Esta enfermedad afecta a varios niveles de la persona:
A nivel anatómico, la depresión puede deberse o ser causa de desequilibrios en los neurotransmisores como la serotonina.
A nivel funcional, puede llevar a un profundo impacto en las actividades diarias. La fatiga, la pérdida de interés o la falta de concentración pueden hundir el rendimiento de un adolescente o cualquier otra persona.
A nivel de participación en clase, la depresión puede dificultar la comunicación del estudiante con el resto al haber aislamiento social, baja autoestima o motivación. Por supuesto esto impactará de forma negativa en la participación y en el rendimiento académico.
Por tanto, es tarea de los tutores legales y académicos apoyar y ayudar en todo lo posible a este tipo de personas. Aunque lo más importante en mi opinión es que los alumnos vayan a terapia, en clase se pueden llevar a cabo otras medidas complementarias:
Sensibilización al resto de la clase.
Flexibilidad a la hora de evaluar.
Apoyo del equipo de orientación al resto del claustro.
Colaboración estrecha con la familia.
Fomento de comunicación más abierta entre iguales y con los profesores.
Fomento de participación y actividades que puedan ayudar a la autoestima.
Igualmente es muy difícil detectar este tipo de problemas si los profesores o tutores no llevan un mínimo de seguimiento individual del alumnado. Pero creo que vamos a mejor y mis compañeros de máster están lo suficientemente concienciados como para poder ayudar, aunque sea un poco a sus futuros estudiantes.
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